A propósito de los narcovínculos
Si algo caracteriza a los primeros cinco meses de 2019 es la explosión de casos de corrupción y vínculos de funcionarios relacionados al narcotráfico. A pesar de que el comercio de drogas es un tema común en Bolivia, la impresión que dejan los últimos casos que vinculan no sólo a funcionarios de Estado, sino a altos jefes policiales con estos delitos, es que hay importantes segmentos de la población que han introducido a su sentido común la idea de que la única forma de progresar económicamente es vincularse con organizaciones ilegales.
El dinero “rápido y fácil” ha llevado a decenas de jóvenes a tomar el peligroso y millonario sendero del narcotráfico, en desmedro del largo pero gratificante camino del esfuerzo diario y la superación.
¿Cómo ha sucedido esto? ¿Qué pasa por la cabeza de jóvenes —y no tan jóvenes— para que decidan entrar a este negocio que sólo trae muerte y desolación?
Las hipótesis son varias y todas, coherentes. La primera es la necesidad. El Estado no ha creado condiciones para que las personas cumplan con sus necesidades más básicas y esto lleva a muchos a tomar el camino equivocado. Sin embargo, esta explicación de base económica no basta.
Una segunda hipótesis es la pérdida de valores. Esta explicación conlleva un análisis profundo de los consumos culturales, las normas sociales y las vinculaciones afectivas de las personas, que, según expertos, se han erosionado.
Será responsabilidad de las autoridades, las instituciones y la ciudadanía cambiar estas condiciones para evitar que el azote de la droga siga golpeando sin clemencia las bases de la sociedad.
Editor de País de Los Tiempos
Columnas de NELSON PEREDO