Los odios de Quintana
En el último evento del MAS, donde debieron concentrar especialmente a todos los candidatos para las próximas elecciones departamentales y municipales –que al final no resulto así debido a las divergencias internas por el descontento con la imposición de muchas candidaturas– reapareció una figura que desata sentimientos encontrados: el exministro Juan Ramón Quintana. Volvió, según el jefe de ese partido, para exponer fundamentalmente temas ideológicos, refrescar la historia, la memoria, con la arenga de que, si no tienen formación ideológica, si no conocen de dónde vienen o hacia dónde van, con seguridad tendrán problemas.
De esta manera buscaban provocar, en los concurrentes, el sentimiento de pertenencia partidista y con tal misión Quintana hizo lo que mejor sabe hacer, destilar odio y rencor contra todos los que no son parte de su “proceso histórico”. Disparó contra todo y contra todos, a sus compañeros los puso en la vía de la resistencia, de la lucha, del enfrentamiento frente a los poderes tradicionales, oligárquicos, racistas y excluyentes, para “seguir abonando” la trayectoria política de su partido. Dijo que Bolivia, durante 14 años, ha sido el epicentro de la lucha por una humanidad despojada de plagas capitalistas, que por eso “nos dieron ‘golpe de Estado’, porque somos la antítesis del sistema dominante, no porque la población estuviera cansada del MAS”.
Quintana reveló que Evo ni de dormido se descuidaba del adversario político, porque sabía que si se dormía lo tumbaban. Instó a los candidatos a armar una trinchera para la batalla contra el imperio y el colonialismo, de no hacer aquello, no servirán para nada, si no están preparados para la batalla cultural y antiimperialista, deberán volver a la casa, si no son capaces de identificar al enemigo principal, habrán perdido la batalla. Citando a un filósofo de la guerra, pidió analizar el discurso, la narrativa y cómo se mueve su enemigo para enfrentarlo, “no deben pelearse entre ustedes, sean capaces de enfrentar a la derecha, a ese imperio caduco, a ese cadáver político que cada día pierde poder y prestigio”. Identificó a los “voceros del imperio y dinosaurios”, pidió darles una cristiana sepultura en estas elecciones”, “queriendo venir aquí a ser alcaldes de una supuesta colonia. Me siento ofendido como cochabambino que estos dinosaurios sigan operando con tranquilidad acá”. ¿Sabrá cómo se sienten los cochabambinos con respecto a él?
Para Quintana, las próximas elecciones no son un episodio administrativo, son un proceso de lucha contra los adversarios políticos. En su mundo, el ejercicio participativo en la política se trata de una guerra. Sin remilgos dijo que hay algunos “compañeros” en el MAS que tienen una mirada “burocrática” de las elecciones subnacionales, que tienen la mirada puesta solo en lo qué harán en su gestión, lo cual demuestra que no le importa para nada hacer gestión, él está en pie de guerra, su universo es la lucha y si es fratricida mejor.
Para rematar, mostró estupor a los llamados de renovación partidaria y en contra de los que se manifiestan por los que ya “cumplieron su ciclo” y que son “políticamente prescindibles” en el partido. No se puede prescindir de quienes han construido durante 14 años un proyecto político como el que tenemos, dijo, ninguno de ustedes estaría sentado acá si el compañero Evo no hubiera dado su vida por este país, espetó y enseguida remató: “Ojalá el país, carajo, se pareciera el trópico (de Cochabamba), ojalá ideológicamente el país tuviera un parecido a esta región”. Mayor análisis al respecto, imposible.
La pregunta a don Quintana es, ¿cuál es el proyecto del MAS?, nunca hablo de un proyecto en su intervención, solo mostro su naturaleza maligna, el leviatán que lleva dentro, el odio y rencor del alma, los lacayos y postulantes ahora saben cómo hacer maldad. Es el contraste de Andrónico que cada vez que puede les para el carro, ya manifestó que “ahora mandamos los jóvenes, ustedes jubílense de una vez, nosotros vamos a manejar el país”.
¿Sabrán Evo y Juan Ramón que el Vice dijo que es tiempo del reencuentro, de la paz, tiempo del verdadero proceso de cambio? ¡Ni por asomo!
El autor es politólogo
Columnas de FERNANDO BERRÍOS AYALA