El Estado y la justicia (III)
El tema de la justicia es inseparable del contenido del Estado en la medida que la primera es uno de los brazos vitales para la existencia del segundo.
De lo misérrimamente expuesto en las partes I y II de esta entrega, se concluye que la naturaleza misma del Estado es perversa y sojuzgante, para eso nació y así morirá, la ciencia así lo demuestra, pero además la realidad cotidiana corrobora las aberraciones, los vicios, el pillaje y la ambición de poder que impulsa el Estado.
Al Estado lo vemos y lo padecemos diariamente. Un Ejecutivo, un Legislativo, un Judicial, un Electoral putrefactos son el Estado. Un gobierno central y unos gobiernos departamentales envueltos en la mentira son el Estado. Un Ministerio Público conformado por agentes del Poder Ejecutivo ante los tribunales es el Estado. Una policía y una gendarmería abusivas y represivas son el Estado. Asesinos, violadores, estafadores y ladrones que ofician de jueces y fiscales son el Estado. La salud abandonada y la educación destrozada son el Estado. Unas fuerzas armadas parasitarias son el Estado. Una cantidad monstruosa de instituciones burocráticas son el Estado: Impuestos Nacionales, Impuestos Municipales, Aduana Nacional: rapiñeras que le roban al indefenso ciudadano son el Estado. El Defensor del Pueblo convertido en inadmisible defensor del gobierno es el Estado. La familia está aplastada por el Estado.
El prontuario de infamias que comete el Estado es interminable, consta a todos y si alguien no se ha percatado es porque no se encuentra en su sano juicio.
El Estado es el horror de Nagasaki e Hiroshima, es Ucrania ahogada en terror y sangre, los campos de concentración nazis eran el Estado, el estalinismo soviético con los gulags y asesinatos imposibles de contabilizar eran el Estado. El Estado es el que hace la vista gorda ante la narcotización de la humanidad y decir que sin Estado no se puede vivir es una atrocidad.
El volumen degenerativo y aberrante del Estado es difícil de contar, en ninguno de los estadios del salvajismo ni de la barbarie se conocieron semejantes atrocidades porque no existía el abominable Estado.
El órgano judicial no es más que un brazo operativo de ese monstruo llamado Estado. Ulpiano, famoso jurisconsulto romano, proclamaba que los principios básicos de la justicia eran el vivir honestamente y no dañar a nadie; definió la justicia como el “dar a cada quien lo que le corresponde”, pero ¿quién da? y ¿quién es “cada quién”? y ¿quién define lo que le corresponde a ese cada quién?
Desde luego que “daba” a su arbitrio y conveniencia el poderoso, el emperador, el noble, hoy el filántropo capitalista, el Estado lacayo sometido al poder transnacional, ¿o es que daba justicia el esclavo, el vasallo, el sirviente, hoy el lustrabotas, el mendigo, la barrendera de las calles, la comidera de los mercados? Y quién podía definir lo que “le corresponde”: ¿el rey, el señor feudal, el usurero, el mercader, el que otrora convertía a su deudor y su familia en esclavos con derecho inclusive a darles muerte si deseaba?
Antes de Ulpiano, en el juicio a Jesucristo, ¿se le dio a Jesús la justicia que le correspondía? En el Imperio Romano (Estado) el “sanedrín”, administrador de justicia, acusó y procesó a Jesús sentenciándolo a morir crucificado sin que existieran cargos en su contra. Poncio Pilatos forzadamente adujo que Jesús conspiraba contra el Imperio, es decir, contra el Estado. ¿Ese crimen judicial coincidió con la definición de justicia que posteriormente Ulpiano iría a establecer? ¿Esa justicia del Estado fue justa e independiente? ¿No respondió al interés político del Estado?
¿Acaso a Sacco y Vanzetti la justicia no los envió a la silla eléctrica por motivos enteramente políticos y sin pruebas en su contra?
No interesa que el Estado sea capitalista o socialista, su esencia es la misma, no cambia y la justicia tampoco. El Estado siempre tuvo y tiene a la justicia como brazo coercitivo para dominar al pueblo, por eso no se puede hablar de sistema judicial independiente.
Fácil resulta constatar la cháchara de tramposos, ingenuos, ambiciosos y del Relator de la inservible ONU en su cacareo mediático en torno a la “independencia judicial”, buscando sacar tajada política en la difícil instancia de encontrarse Bolivia en la lista internacional de Estados fallidos o inviables.
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA