Mario Vargas Llosa y Bolivia
Homero Carvalho Oliva
El 13 de abril del año del Señor de 2025, murió Mario Vargas Llosa, nacido en Arequipa, Perú, un 28 de marzo de 1936. Vargas Llosa tenía 89 años y fue, sin duda, uno de los más grandes y emblemáticos escritores de Latinoamérica y el mundo. El 7 de diciembre de 2010 recibió el Premio Nobel de Literatura: “por su cartografía de las estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia, la revuelta y la derrota del individuo”. Fue el último autor latinoamericano en recibirlo, luego de Gabriela Mistral (1945), Miguel Asturias (1967), Pablo Neruda (1971), Gabriel García Márquez (1982) y Octavio Paz (1990).
La infancia
Mario Vargas Llosa mantuvo un vínculo significativo con Bolivia, país en el que vivió durante su infancia, pasando sus primeros diez años en la ciudad de Cochabamba. Allí cursó estudios en el colegio La Salle, etapa en la que despertó su pasión por la literatura y aprendió a leer y escribir. Durante su residencia en Cochabamba, asistió al colegio La Salle: Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de La Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida”. En otra entrevista afirmó: “Debido a la lectura, ese mundo pequeñito de Cochabamba se volvió el universo. Gracias a los signos que convertía en palabras y en ideas, viajaba por el planeta y podía, incluso, retroceder en el tiempo y convertirme en mosquetero, cruzado, explorador, o viajar por el espacio hacia el futuro en naves silenciosas”.
La siguiente etapa de su vida tuvo como protagonista a la autoridad de su padre, de lo que recuerda: “Había perdido el edén infantil de Cochabamba”.
Vargas Llosa también reconoce que la lectura le abrió de par en par las puertas de la escritura: “Para mí escribir es un gran placer, escribir es mi manera de vivir, no podría vivir sin escribir, escribir es lo que organiza mi vida; aunque me cueste trabajo y a veces me saque canas, no podría vivir sin escribir”.
La juventud
Su conexión con Bolivia también se refleja en el plano personal, ya que contrajo matrimonio —aunque de corta duración— con la boliviana Julia Urquidi. A lo largo de los años, el autor ha manifestado un afecto especial por Bolivia, reconociendo la influencia que este país ha tenido en su vida y en su obra literaria.
La relación entre Mario Vargas Llosa y su tía política Julia Urquidi tuvo una influencia determinante en su trayectoria literaria; ella tenía 32 años y Mario 19. Su matrimonio en 1955, llevado a cabo a pesar del rechazo familiar, sirvió de inspiración para una de sus novelas más reconocidas: La tía Julia y el escribidor (1977), que con el tiempo se consolidó como un clásico dentro de su obra. Durante los años formativos del escritor, especialmente durante su estancia en París, Julia desempeñó un papel clave, brindándole apoyo emocional y económico en medio de serias dificultades financieras.
La tía Julia y el escribidor, publicada en 1977 en España, narra la historia de Pedro Camacho, un extravagante y prolífico guionista de radionovelas, y refleja con humor y ternura el vínculo entre el joven protagonista y su tía política, en un juego entre la realidad y la ficción que caracteriza la narrativa de Vargas Llosa. Pedro Camacho fue inspirado en un escritor boliviano famoso por sus obras de teatro; esta declaración desató la furia del boliviano. La relación entre Julia y Mario, marcada por el amor y la polémica, motivó también la publicación del libro Lo que Varguitas no dijo (1983), en el que Julia Urquidi ofreció su versión de los hechos, dando su propia mirada sobre el romance y su repercusión en la carrera del autor.
Después de divorciarse de Julia, se casó con su sobrina Patricia Llosa, también nacida en Bolivia.
Vargas Llosa y el Boom latinoamericano.
“El ‘boom’ fue un movimiento no solo literario y cultural, sino político”, aseguró Vargas Llosa y su amigo y luego enemigo García Márquez (dizque por un lío de faldas), entrevistado por el propio Vargas Llosa, lo definió así: «No sé si el fenómeno del ‘boom’ es en realidad un ‘boom’ de escritores o un ‘boom’ de lectores», considera el autor de «Cien años de soledad», que agrega: «Hemos decidido que lo más importante es seguir nuestra vocación de escritores y que los lectores se han dado cuenta de ello. En el momento en que los libros eran realmente buenos, aparecieron los lectores. Eso es formidable. Yo creo, por eso, que es un ‘boom’ de lectores» . Para Carlos Fuentes: “El ‘boom’ es un cruce de caminos del destino individual y el destino colectivo expresado en el lenguaje”.
Carmen Balcells, agente literaria española, y el editor catalán Carlos Barral fueron los artífices del surgimiento y la propagación de este milagro editorial y, por supuesto, la ciudad de Barcelona. Balcells señaló, en una entrevista el año 2012, que La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa es el libro más emblemático, con el que se afirma y establece el Boom. Paradójicamente, Vargas fue el más joven del grupo en ese entonces y el único que sobrevive de esa camada de brillantes escritores. Tampoco podemos eludir el rol que jugaron las editoriales españolas que, al vender miles de libros, lograron que, gracias a una política editorial sin precedentes, los escritores del Boom vivieran de sus regalías; sueño al que aspiramos todos los que empezamos a escribir de manera profesional hasta que la realidad nos recuerda que la magia es literaria y tenemos que sobrevivir con cualquier empleo que se nos presente, aceptando que el mundo es ancho y ajeno, que París, Madrid y Roma están al otro lado del universo.
Algunos escritores del Boom fueron criticados por su postura política idealista, especialmente su apoyo inicial a la Revolución Cubana. Se acusó a ciertos autores de romantizar las revoluciones y no reconocer las contradicciones y abusos asociados a ellas. Mario Vargas Llosa, quien primero apoyó a la Revolución Cubana, luego se distanció del régimen de Fidel Castro, marcando una ruptura dentro del grupo y dividiendo para siempre las aguas.
Muchas narrativas muestran sociedades marcadas por la corrupción, la pobreza y el desmoronamiento de valores. Conversación en La Catedral de Vargas Llosa explora la decadencia moral de una sociedad bajo una dictadura. La desigualdad y la injusticia social son temas recurrentes. El caos que resulta de estas condiciones se manifiesta en la vida cotidiana de los personajes, quienes a menudo enfrentan situaciones extremas. La pregunta del protagonista es clave: “¿En qué momento se jodió el Perú?”
Vargas Llosa y Evo Morales
Al año del ascenso de Evo Morales al poder, escribió un artículo vaticinando que sería otro presidente populista, con características tan autoritarias como algunos que ya ostentaban el poder en países latinoamericanos. Recuerdo que yo, que tenía la esperanza de que fuera un buen gobernante, le respondí en un artículo argumentando que se le debería dar el beneficio de la duda, ahora reconozco que Vargas Llosa no se equivocó.
En el 2019, escribió: “¿Hasta cuándo seguiremos leyendo que Evo Morales fue ‘el primer presidente indígena en la historia de Bolivia?’ La frase es racista, pues se dice en elogio del personaje, como si ser ‘indígena’ fuera un valor en sí mismo y resaltara la condición de jefe del Estado. Y es también dos veces inexacta, pues Bolivia ha tenido varios presidentes indígenas (algunos dictadores), como Perú, México, Ecuador y Guatemala, y basta oír hablar a Evo Morales para saber que no es un indio sino un mestizo cultural”.
Vargas Llosa y García Márquez
García Márquez: historia de un deicidio es un ensayo de Vargas Llosa publicado en el año 1971 por Barral Editores, de España, y por Editorial Difusión, de la ciudad de La Paz, Bolivia. Nuevamente aparece nuestro país en una obra de 667 páginas, un ensayo crítico. Nunca he podido averiguar por qué Vargas Llosa eligió una pequeña editorial boliviana para publicar ese homenaje. El dueño de la editorial boliviana era Jorge Catalano, un escritor y librero que escribió una monumental obra biográfica sobre el compositor polaco Frédéric Chopin, titulada Chopin: el esplendor del romanticismo.
Este trabajo constituyó la tesis doctoral que permitió al escritor obtener el título de doctor en la Universidad Complutense de Madrid. Se presentó bajo el nombre de García Márquez: lengua y estructura de su obra narrativa, recibiendo la calificación de sobresaliente cum laude después de su exposición el 25 de junio de 1971. Es un estudio detallado de la obra de García Márquez, desde sus primeros relatos hasta Cien años de soledad. El título inicial fue modificado al editar el ensayo, sustituyendo el más atractivo de Historia de un deicidio. Deicidio (del latín deicida) hace referencia al acto de matar a Dios o a una divinidad. Una teoría que plantea que el escritor se enfrenta a la realidad, desafiándola y tratando de reemplazarla con el universo ficticio que construye, asumiendo simbólicamente un rol semejante al de Dios al crear su propio mundo.
En ese ensayo Vargas Llosa afirma: “Escribir novelas es un acto de rebelión contra la realidad, contra Dios, contra la creación de Dios que es la realidad. Es una tentativa de corrección, cambio o abolición de la realidad real, de su sustitución por la realidad ficticia que el novelista crea”.
Acerca de esta obra, J. Rodríguez Marcos escribió en Babelia: «El retrato indirecto de un escritor brillante que tuvo la generosidad de leer a su contemporáneo como si fuera un clásico. Una rareza».
Después vendría el famoso puñete en el aeropuerto, cuyo origen aún no se ha dilucidado y circulan muchas versiones.
Diccionario del amante de América Latina
El diccionario es de las obras conocidas de Vargas Llosa; en el prólogo, afirma: “Este libro es un testimonio del compromiso con América Latina que adquirí en París, hace ahora medio siglo, y al que me mantengo fiel”, y luego nos brinda una certera definición de Latinoamérica: “La riqueza de América Latina está en ser tantas cosas a la vez que hacen de ella un microcosmos en el que cohabitan casi todas las razas y culturas del mundo. A cinco siglos de la llegada de los europeos a sus playas, cordilleras y selvas, los latinoamericanos de origen español, portugués, italiano, alemán, chino o japonés son tan oriundos del continente como los que tienen sus antecesores en los antiguos aztecas, toltecas, mayas, quechuas, aymaras o caribes. Y la marca que han dejado los africanos en el continente, en el que llevan también cinco siglos, está presente por doquier: en los tipos humanos, en el habla, en la música, en la comida y hasta en ciertas maneras de practicar la religión. No es exagerado decir que no hay tradición, cultura, lengua y raza que no haya aportado algo a ese fosforescente vórtice de mezclas y alianzas que se dan en todos los órdenes de la vida en América Latina. Esta amalgama es su riqueza. Ser un continente que carece de identidad porque las tiene todas”.
Epílogo
Escuché a Vargas Llosa en varias oportunidades; una fue en el año 1998, en el Centro Simón I: Patiño de Cochabamba y la otra fue el año 2001 en la Feria Internacional del Libro de Miami. Asistimos a esa feria con Manuel Vargas; teníamos un pequeño stand que había gestionado Rosario Santos, pasó Vargas Llosa con su séquito de admiradores y se detuvo a mirar los libros. Al descubrir que éramos escritores bolivianos, se quedó un buen rato a conversar y repitió su agradecimiento a Cochabamba; luego hablamos de literatura. Años más tarde, en el 2014, los organizadores de su visita a Santa Cruz de la Sierra me pidieron que participara en un diálogo con él, pero por mi trabajo no pude hacerlo.
Creo haber leído la mayor parte de su obra. Es difícil elegir una de sus novelas; elijo El hablador, Conversación en la Catedral, La guerra del fin del mundo y El sueño del celta. El inicio de El hablador publicada en 1987, sumerge al lector en una atmósfera reflexiva y evocadora. El primer capítulo comienza con el narrador, un escritor peruano, contemplando una fotografía en una galería de Florencia que lo transporta a sus recuerdos de Perú y a su fascinación por la cultura amazónica, en particular los machiguengas. La novela arranca así:
“Vine a Firenze para olvidarme por un tiempo de Perú y de los peruanos y he aquí que el maldito país me salió al encuentro esta mañana de la manera más inesperada”.
Este breve monólogo establece el tono de la narración, que alterna entre la introspección personal y la exploración cultural, mientras el narrador recuerda a un amigo, Saúl Zuratas, y su conexión con la figura enigmática del “hablador”, un narrador oral de la tradición machiguenga que va de comunidad en comunidad contando sucesos de la vida cotidiana, como también sobrenaturales. Tal como lo hacemos los escritores. El inicio plantea los temas centrales: identidad, memoria y el choque entre modernidad y tradición. Temas que marcan la literatura de Vargas Llosa.
El escritor vivió en la Ladislao Cabrera
Mario Vargas Llosa transcurrió su infancia en Cochabamba, Bolivia, en una casa ubicada en la calle Ladislao Cabrera 168, en Cochabamba, lugar en el que, según ha dicho el Nobel de Literatura, fue muy feliz y donde su abuelo Pedro Llosa le contaba cuentos.
La fachada de la casa sigue siendo la misma, incluso el zaguán, aunque los colores deben haber variado. Lo que ya no está es el inmenso árbol de pacae del primer patio que mantenía esa zona en cierta penumbra y que era el lugar perfecto para escuchar las historias fantásticas del abuelo Pedro..
Hubo algunas variaciones en la casa: el corredor forma parte ahora de una sala, la cocina se ha modificado y hasta uno de los patios se ha techado.