Se fue volando con la aviadora: Gaby está con Amalia
Durante años, Gaby buscó a Amalia.
Una, Mercedes Gaby Vallejo Canedo, estuvo buscando a la otra, María Amalia Villa de la Tapia, para pagar la que creía que era su deuda con la sociedad.
“Muchos años de mi vida estuve buscando con qué pagar los viajes y los amigos que me dio la escritura —confesó Gaby—. Buscaba cómo devolver tanto grato momento. Quería que fuese con el rescate de la vida de una mujer olvidada. No me comunicaban esa emoción las heroínas bolivianas que ya ocupaban un sitio en la historia. Buscaba otra mujer que me sacara de mi mundo de personajes literarios, de papel en el fondo, hasta que la hallé: Amalia Villa de la Tapia”.
Amalia fue una mujer que hizo historia en todos los sentidos: se convirtió en un hito de nuestra sociedad al ser la primera mujer en obtener su licencia de aviadora en Sudamérica y escribió la historia de la aviación boliviana en tres tomos con el título “Alas de Bolivia”.
Desde que supo de ella, la laureada escritora boliviana Gaby Callejo Canedo la buscó con el propósito de escribir un libro sobre ella y, para eso, tuvo que encontrar ocho llaves, que le permitieron abrir otras tantas puertas. “La novena llave la puse yo. Y esta puerta la tienen que abrir los lectores”, puso en el exlibris de esa obra cuyo título ahora es un clásico: “Amalia desde el espejo del tiempo”.
NOVELA Y REPORTAJE
El libro es una biografía novelada pero, para construir su armazón, Gaby Vallejo recurrió a técnicas periodísticas.
Quien mejor resumió el libro es el potosino Mario Araujo Subieta: “Como Gaby es una buena novelista, no sólo conduce a doña Amalia de la cuna a la tumba atisbando su educación, su vida pública y carrera profesional, sino que establece un conflicto y crea una tensión, favorecida por las cualidades humanas de la protagonista. Difícil le hubiera resultado a Gaby conseguir dichos efectos si doña Amalia hubiese sido una ama de casa sedentaria, que goce del cariño de su familia, sin preocupaciones económicas ni aspiraciones elevadas; en este caso el interés de la narración sólo hubiera podido producirse a través del arte de contar y la habilidad de nuestra escritora. En cambio la agitada vida de doña Amalia, quien tiene una personalidad diametralmente opuesta a la de aquel tipo de mujer, se presta mejor para escribir una biografía interesante, porque se encara con la serie de problemas que le desafían a su paso y origina conflictos. Sin embargo, no es la recreación de esos lances apurados, exteriores, el mayor mérito de la biografía de Gaby, ni la feliz combinación de la personalidad de la protagonista y los acontecimientos históricos de su época; ni el haber enfocado sus instantes de mayor grandeza, los avatares de su fortuna y su caída inevitable en la etapa de la caducidad, sino el interés que pone por captar sus problemas interiores y atisbar el alma de su biografiada en los más íntimos recovecos; por interiorizarse de la vida secreta y la mudanza de sus incontrolables emociones”.
POR LOS CIELOS
Fallecida en Cochabamba el 4 de marzo de 1994, Amalia hizo historia hasta con su muerte, puesto que murió a la edad de 101 años, pero su valor no solo estaba en su longevidad sino en su tesón, en su fuerza y en su legado, conservado en el Acervo Histórico de la Fuerza Aérea Boliviana, que lleva su nombre.
“El tiempo, cuya única medida son nuestras acciones, corre inexorable, pero en los seres humanos el tiempo también es el espacio interior, es la historia de la voluntad y del coraje, como de la debilidad y de los fracasos, esa es la materia con la que Gaby Vallejo trabajó en primera persona esta hermosa biografía, que nos provoca gratos recuerdos, trayéndolos desde los lugares de la memoria de la protagonista, a los recortes de prensa y a los testimonios de amigos y familiares”, escribió Homero Carvalho para la presentación del libro.
“Gaby escribe, pero la voz es la de Amalia, la nuestra, la Villa de la Tapia, que al igual que la otra, la norteamericana, Amelia Earhart (1897-1939), supo conquistar los cielos con coraje y con la pasión con la que las mujeres asumen los mayores desafíos de su vida. La nuestra nació en Potosí en 1893 y mientras la otra realizaba sus hazañas en los cielos de su país, la nuestra lo hacía en nuestros cielos”.
EL ENCUENTRO
Sí. Gaby Vallejo encontró a Amalia y se hizo una con ella, según advirtió Araujo: “Tanto llega a consubstanciarse con la naturaleza de la audaz señorita Amalia, que así como Gustave Flaubert dijo una vez ‘Madame Bobary soy yo’, Gaby Vallejo podría parafrasear al célebre novelista francés y decir que ‘Amalia Villa de la Tapia es ella misma’. Por eso en un coloquio imaginario que la autora pretende sostener con el espíritu de su personaje central, afirma: ‘Pondría las manos al fuego para demostrar que estás conmigo’…’Me tomaste de golpe, Amalia. Te posesionaste de mí’…”.
Y así es como la propia Gaby describió su conversación imaginaria con Amalia: “—Con Bernardino (Bilbao Rioja), estuvimos muchas veces juntos. Éramos como dos hitos, dos figuras legendarias. Nos encontrábamos con frecuencia en reuniones protocolares, militares y en invitaciones de las embajadas extranjeras.
“Él era casado y viajaba con frecuencia a Inglaterra de donde era su esposa. Yo no imaginé siquiera ni la más mínima relación amorosa cuando éramos jóvenes, mucho menos cuando éramos mayores. Me visitaba y yo, iba frecuentemente a su casa de la calle Cap. Castrillo. Conversábamos sobre la aviación, sobre la Guerra del Chaco, sobre la persecución y el encarcelamiento que sufrió durante el régimen del MNR, sobre nuestros amigos comunes. Por eso es que cuando llegó a mi casa con una proposición tan loca, de casarse conmigo, me puse muy furiosa y lo eché.
“—¿Por qué no ser una pareja excepcional: el héroe de guerra y la pionera de la aviación boliviana?
“—Sin amor, no vale. ¡Y a esa edad! No entendí a Bernardino. ¿Estaba realmente solo? ¿Qué podía yo ofrecerle en la vejez? ¿Yo que no había cedido a las liviandades carnales en mi juventud?
“—Creo, Amalia, que son las sorpresas de la vejez. De pronto, algunos muy mayores tienen verdaderos comportamientos juveniles. O tal vez creen encontrar en la vejez lo que amaron y perdieron en épocas anteriores. Yo leí una novela muy interesante sobre el reencuentro del amor en la vejez. Se llama ‘El amor en los tiempos del cólera’.
“—Novela, amiga mía, novela. Mira hablemos más bien del Bernardino héroe de guerra. Estoy segura de que tampoco sabes algo sobre él.
“—Sí, Amalia Villa de la Tapia. He oído su nombre. Sé que tuvo una intervención brillante en la Guerra del Chaco, pero no sé nada más.
“—Él llegó a ser Mariscal de Ejército Boliviano. Pero antes, siguió una carrera militar exitosa. Nació muy cerca del lugar de mi nacimiento, en Arampampa, Potosí, en 1895. Muy joven fue destinado a hacer estudios aeronáuticos en Chile y se graduó como piloto militar de Chile.
“—Amalia, tu vida siempre vinculada con aviadores.
“—Sí, no sólo Rafael Pabón y Bernardino Bilbao Rioja, sino René Barrientos Ortuño. Pero dale tiempo al tiempo. Ya lo sabrás. Bernardino volvió a Bolivia para re-fundar la Escuela de Aviación en 1925. Es decir, cumplió uno de mis proyectos de vida. No sé si tienes idea, cuando yo era muy joven y regresé también a Bolivia, recorrí el país dando conferencias sobre la aviación. Quería crear una atmósfera favorable para que la gente supiera la importancia de la aviación y ayudara en la re-fundación de una escuela de aviación. Así que la re-fundación de la Escuela de Aviación fue el cumplimiento de uno de mis sueños. Allí lo conocía a Bernardino Bilbao Rioja. Todos hablaban de él como de un militar intachable.
Todos le respetaban”.
Gaby Vallejo Canedo cumplió: agradeció los dones de la vida rescatando a una mujer del olvido, Amalia Villa de la Tapia. El 20 de enero de 2024, partió nuevamente a su encuentro y voló en pos de ella. Ahora están nuevamente juntas.