El discurso abortero
El prestigioso oncólogo de los pobres, dos veces presidente de Uruguay --el país de la región con mejores indicadores de acceso a la salud y a la educación--, Dr. Tabaré Vázquez no podría ejercer en Bolivia. Gabriela Montaño y otras masistas aplaudidas por las corrientes aborteras se lo impedirían.
Vázquez vetó la ley que despenalizaba el aborto en su país aduciendo razones éticas porque como médico sabe que hay vida en el vientre de una mujer desde que un designio misterioso decide que una unión sexual terminé en la fecundación de un nuevo ser. ¡Lean su impresionante discurso! Hubo que esperar a que otro mandatario la firme, José Mujica, quien no tiene hijos.
Ahora, los legisladores bolivianos del oficialismo intentan jalar los nuevos artículos del Código Penal al máximo de castigo a los galenos que sean objetores de conciencia y se nieguen a arrancar un embrión humano para que termine en la cloaca de cualquier letrina.
Las entidades, casi todas con fondos extranjeros, que propagan el aborto como salida a la pobreza y a la desesperación, argumentan entre otras causales que basta que una muchacha sea estudiante para que el médico de turno esté obligado a abrirle el útero y eliminar el óvulo que ya había enviado señales a todo el cuerpo para preparar el nido.
Otro caso muy requerido es cuando se detecte que el futuro ser humano tendrá dificultades porque hay sospechas de alguna incapacidad. En la cultura de lo desechable es un argumento muy sólido. Hace poco su ginecólogo le dijo a una alumna, estudiante y soltera, que la guagua tendría hidrocefalia y que se apure a abortar. Ella dudó y luego ganó el latido que ya escuchaba; su niñita nació sana.
Habrá que encuestar a los padres de los niños con síndrome de Down, con discapacidades físicas o mentales, si hubiesen preferido que ese embarazo hubiese sido interrumpido. Así se evitaban las “molestias”.
Recuerdo cuando hace años en un debate defendí mi posición fui abucheada por varios asistentes. En cambio aplaudieron a Raquel Gutiérrez cuando contó que ella sí abortó. Cuando les pregunté a unos jóvenes tan pro aborto si preferían estar ahí o haber sido apenas una llaga, callaron.
Una vez más se enfrentan estadísticas aisladas con la conciencia de las personas. Cada año son más las chicas que abortan y abortan clandestinamente porque no tienen apoyo en sus hogares, ¿por qué?
Todas las religiones y hasta la New Age condenan la irrupción del embarazo. La Iglesia Católica por la razón más profunda, la falta de esperanza es el peor pecado.
La autora es periodista.
Columnas de LUPE CAJÍAS