Cochabamba empantanada
Las acciones delincuenciales de las que se acusa al Alcalde y a su Concejal discípulo son una vergüenza irreparable para ellos y sus familias. Después de esta amarga experiencia les será muy difícil conversar con sus hijos mirándolos a los ojos. No debe haber nada más triste, ni derrota más grande, para un padre de familia: la mirada censuradora de un hijo, repleta de preguntas, sindicaciones, con tono de desconfianza y decepción. Una pena enorme, pero finalmente ese problema es suyo, de su psicólogo, de su cura, alguna vez de la suegra, y de nadie más.
El problema nuestro –habitantes de Cochabamba– es que se nos ha caído la cara de espanto, incluso a quienes no hemos votado por él, y seguiremos lamiendo el piso hasta que haya nuevas elecciones municipales. Para colmo, falta bastante –¿no se podrán adelantar?– y no creo que tengamos la templanza para aguantar esta situación. La ciudad está detenida, sumergida en un pantano fétido. Imposible progresar, nada avanza –y menos con transparencia– y todo se deteriora. Todo es culpa de esta gestión municipal, nefasta por donde se mire. Por eso creo que es un buen momento para recordarle al Alcalde detenido preventivamente, y a los defensores que le quedan, que él no ganó la elección por ideas brillantes ni retórica cautivadora, ni mucho menos por su sobresaliente currículo –que más bien era de temer–, sino que se benefició del voto-castigo al MAS y a la gestión mediocre de su predecesor. Su único mérito fue estar ubicado en el lugar apropiado y en el momento debido. Nada más. El candidato podía haber sido el Pato Donald y ganaba igual.
Lejos de aprovechar ese contexto favorable para hacer una buena gestión, y así callarnos a quienes pensamos que él no es más que un embaucador con el discurso de un vendedor de productos para adelgazar, más bien se lo acusa de haber dedicado su corta estancia en el poder para armar una red de corrupción con un nivel de ambición y un descaro tal, que ahora no solamente recibe denuncias del partido rival, sino de sus propios amigos y socios. No nos vaya a sorprender, en esta historia de bajezas y traiciones, que un día la Number One lo denuncie también.
Sin embargo, queda como cosa cierta que los ciudadanos somos también responsables de esta catástrofe. ¿Por qué tenemos tan poco cuidado al emitir nuestro voto? No estudiamos a los candidatos, no exigimos que debatan entre ellos, no leemos los programas de gobierno, no indagamos el perfil de los aspirantes a concejales, no comprendemos el problema de la basura, del transporte y de los comerciantes, todo absolutamente fuera de control, y no conocemos la lista de necesidades prioritarias, impostergables, que tiene la urbe, y menos sabemos de sus sueños y sus ilusiones porque pensamos que la ciudad es un hecho social muerto.
Con esta experiencia funesta, tenemos que prepararnos desde ahora para votar en las próximas elecciones, con la misma responsabilidad con la que damos un consejo a nuestros hijos. Debemos hacer un enorme esfuerzo por sacar a nuestra ciudad de este fétido pantano, porque no tendremos otra oportunidad si volvemos a caer en manos de una administración tan mediocre y desleal como la actual.
Debemos estar alertas, porque aunque resulte difícil de creer, ya se dibujan siluetas nocivas en el horizonte municipal. Como siempre ocurre, la picardía se reproduce con velocidad conejil.
El autor es arquitecto
lemadennis@gmail.com
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