Gente sin palabra y ávida de poder
¡Oh poder! Tus mieles seducen a moros y cristianos y todos, sin excepción, caen de rodillas a tus pies. Tu sabor parece tan sui géneris, que nadie quiere perderse un bocado. Ayyy poder; si solo pudieras develarnos tu secreto a los humanos y decirnos a qué sabes nos facilitarías la vida y nos evitarías tumbos y desengaños. ¿Será que sabes a néctar, a miel o a sexo?
Poder, tú solo tú eres capaz de enloquecer a presidentes, emperadores, capos, magnates, peces gordos, multimillonarios, traficantes, gays, jerarcas, cocaleros, bufones y toda la gama de tucuimas, habidos y por haber. Todos, pero todos, sin excepción de raza, de credo, de religión o de sexo caen rendidos para embriagarse de esos tus néctares que nadie puede describir a qué saben; pero que provocan jolgorio, frustraciones y letargo seguidos de una resaca de la cual nadie se saca.
¡Poder, si solo nos dijeras a los bolivianos cómo lo haces! ¿Será que en tu seno escondes una droga milagrosa, maléfica, altamente adictiva y traicionera? ¿O es que te vendes como carne fresca de carnaval de Oruro, esa carne con tanga de poca tela que ahora practica el nuevo hit a ritmo de caporal? ¿Quién se rinde? ¡Nadie se rinde! Aunque tú sabes que eso de "nadie se rinde" ya fue. Era para expulsar al fraudulento Evo cocalero-platillero; quien este año se perderá el carnaval y no te disfrutará. Ahora está viviendo su propio carnaval; mira lo que hiciste con ese pobre angelito a él que le encantaban las "calzas“.
¡Vamos poder! Tú que juegas con tus fichas a diestra y siniestra; eres consciente de que el ritmo del caporal "nadie se rinde" ya es puro cuento. Tendrías que pedirles a los lata phukus de la banda Poopó que modifiquen la letra y tú sabes porqué; porque tienes rendido a tus pies a todo el parque jurásico de políticos reciclados y por reciclar.
Todos quieren disfrutar de ese tu sabor que sabe a no sé qué; pero que embriaga, que chifla, que despierta sentimientos confusos; que atrae a ateos, a cocaleros, a cosmobiólogos y religiosos pecaminosos; esos que entraron cargados de su Biblia a palacio y aquellos que leían el futuro con sus cartas de Tarot. Todos sucumbieron ante la lujuria que escondes dentro.
Así es como los tienes a todos, atrapados entre tus grilletes y locos. El jolgorio está programado y nadie quiere perderse tamaño espectáculo. Ellos empiezan a desempolvar sus atuendos festivos, a afinar sus gargantas y a afilar sus colmillos, para saltarle a la yugular de la carnada, que les tienes preparada.
Entretanto la masa, el pueblo, el soberano o como se llame, sigue rumiando lentamente la resaca que les dejó la huida del cocalero. Ese letargo en que viven y que no les permite avizorar lo que ocurre frente a sus narices; ha sido aprovechado nuevamente por los nuevos arlequines transitorios, quienes les habían prometido que no, pero les salieron con que sí.
Así eres poder. Eres una perdición y una droga altamente adictiva; y para demostrar el daño que provocas, la historia está inundada de ejemplos. Los que logran tenerte entre sus manos se creen amos y señores, porque se embriagan de tus sabores y olores.
Te disfrutan a su manera y para eso se rodean de adláteres y traidores; son arrogantes, petulantes, altaneros, soberbios y groseros. Son vanidosos, engreídos, insolentes y se creen invencibles; pero saben que así como les subes a la lumbrera, puedes tirarles al vertedero. Lo saben pero son masoquistas y no les importa, porque quieren disfrutarte al precio que sea.
El autor es capacitador de adultos
Columnas de RUBÉN CAMACHO GUZMÁN