Lo que nos enseña “Sapiens” (I)
La obra Sapiens, de Yuval Noah Harari, profesor de historia en la Universidad de Jerusalén, lleva como subtítulo De animales a dioses e intenta abarcar, de manera cronológica, la historia del hombre, deteniéndose en aquellos momentos que constituyeron puntos de referencia en la vida del Homo sapiens.
Nuestro propósito es brindar aquellos hechos o situaciones fundamentales, desarrollados por Harari en su obra, que nos permitan adoptar una perspectiva del mundo en que vivimos y hacia dónde vamos.
En primer lugar, se nos recuerda el orden en que las ciencias se nos manifestaron: primero, con la aparición del mundo de la física (materia y energía) luego le siguió la química (átomo y moléculas) para que, finalmente, la biología se manifestara integrando los organismos y de ahí se originara la especie humana; más tarde surgirían las culturas y subsiguientemente la historia.
Ciertamente, existieron varias especies humanas tales como Sapiens, Neandertal, Denisova, Soloensis y fue, probablemente, mediante un genocidio ocasionado por los Sapiens que éstos se impusieron a las otras especies hace 10.000 de años, aunque previamente se cruzaron con los Neandertales.
A partir de ese momento, la vida se vería impactada por tres revoluciones: a. La cognitiva, que se refiere a las formas de pensar y comunicarse y nace cuando la historia se independiza de la biología, es decir, cuando aparecen las narraciones que explican el desarrollo del Homo Sapiens. b. La agrícola, que sirve para dotar de alimentos al hombre pues estos seres fueron descubriendo los secretos de la Naturaleza abandonando la vida peligrosa y agotadora de los cazadores-recolectores para convertirse en agricultores sedentarios. c. por último, hace solo 500 años sale a la luz la revolución científica.
A esto hay que sumar que durante el primer milenio antes de Cristo (a. de C.) se manifestaron tres hechos universales que han sido unificadores de la humanidad: el dinero (económico), el Imperio (político) y el Cristianismo, el Islam, etc.(religioso).
En relación al dinero, solo afirmemos que fue el más universal y eficiente sistema de confianza mutua que jamás existió, dado que no es una realidad material sino un hecho psicológico.
Por otra parte, desde cientos de años a. de C. los humanos han vivido en imperios y, muy probablemente veremos en el siglo XXI que, para salvaguardar los derechos humanos y proteger los intereses del género humano surgirá alguna forma de Imperio que se convertirá en el faro que guíe la política. Y si además consideramos los problemas de la capa de ozono y la acumulación de gases por efecto invernadero, resulta claro entender que requieren ser resueltos por toda la humanidad; en consecuencia, el imperio global se está forjando entre nosotros y será gobernado por una élite multiétnica unida por intereses comunes.
El tercer elemento unificador es el religioso lo que incluye –según Harari– a las ideologías como capitalismo, comunismo, liberalismo. Lo fundamental es que la religión es un conjunto de valores y normas humanos que se basa en un orden sobrehumano que a la mayor parte de los hombres, tal vez por intuición, les parece natural.
Al fenómeno de las religiones le siguió el descubrimiento de la ignorancia y es ahí donde aparece la ciencia moderna que tiene como base recopilar observaciones empíricas asociadas, con la ayuda de las matemáticas. Veamos lo que Harari dice al respecto:
“Las meras observaciones no son conocimiento por lo que para comprender el Universo es necesario conectar observaciones con teorías generales. La ciencia moderna emplea las matemáticas (antes se usaba la narrativa) y en los últimos 200 años se desarrolló una rama de las citadas matemáticas para resolver problemas complejos: la estadística”.
El avance inusitado de la ciencia nos ha llevado al proyecto Gilgamesh que ha abordado el problema de la muerte. En sí, es un proyecto que procura nuevas capacidades potenciales para crear superhumanos; un objetivo central es que para el año 2050 algunos humanos serán amortales, es decir, tendrán vida extendida indefinidamente porque la medicina evitará la muerte salvo los casos de accidentes.
El autor es economista
Columnas de RAÚL TORRICO