Un vampiro a dieta
Isabel Mersa Gisbert / Escritora, miembro de número de la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil
Un vampiro a dieta es la última obra del escritor argentino Gito Minore, publicada por Clara Beter Ediciones. Se trata de un cuento inusual sobre un animal inusual en la literatura infantil. Son pocos los libros cuyo protagonista es un murciélago y este es uno de ellos. Y es que Gino es uno de los pocos murciélagos chupasangre que se instala en uno de los árboles de la Plaza del Congreso de Buenos Aires, amedrentando a las palomas que se alimentaban del alpiste que les daban los transeúntes. Sin embargo, Gino jamás pensó encontrar entre sus “presas fáciles” a una paloma insolente y de carácter, que desbarata todos sus planes de gran cazador.
El cuento tiene dos elementos fundamentales: el suspenso y el humor. Minore trabaja el inicio del cuento con mucha destreza para atrapar a su lector desde las primeras páginas, pues muestra a un personaje elegante y seductor que antes de cazar a las palomas las seduce… y es que Gino no es un murciélago cualquiera:
En un abrir y cerrar de ojos se les aparecía Gino, con su porte seductor, con sus cabellos peinados a la gomina para un costado, con su roja y cautivante mirada y, de pronto, sus puntiagudos colmillos se hacían un festín de sangre inocente. (Pag. 13)
La obra mantiene un aire de misterio que fluye de principio a fin. ¿Qué pasa con las palomas que Gino se lleva? ¿Cuál es su verdadero destino?
Algunas decían que las transportaba a su castillo de Rumania para hacerlas trabajar como esclavas.
Otras sostenían que las convertía en vampiras.
Las más fantasiosas aseguraban que luego de chuparles la sangre, las cortaba en pedacitos y hacía una parrillada en el quincho del castillo para sus amigos monstruos. (Pág. 17)
Pero uno de esos días, Gino se encuentra con una paloma altanera y orgullosa que desafía sus dotes de seductor y cazador. Son en esas adorables escenas en las que el autor describe los encuentros con un gran sentido del humor sin quitarle el suspenso al cuento para llegar a un final que no es fácil de predecir. Así, la paloma lo invita a tomar agua de la zanja:
—No... yo nunca bebo... agua de la zanja —contestó misteriosamente Gino,
aún detrás de su capa negra.
—¡No te hagás el fino y enigmático, querés!
Y tomate un sorbo de agua que te vas a deshidratar.
¡Toda la noche volando y volando!
Gino la miró más confundido aún, desde sus ojos rojos como el fuego del infierno. (Pág. 20)
El libro tiene una edición muy cuidada en la que el texto se presenta de manera elegante y sin escatimar espacio. A veces en una página hay un solo párrafo acompañado de un dibujo sugerente que deja al lector pensando en lo que está por venir.
Nunca se logró determinar, a ciencia exacta, cuál era el destino de las infortunadas aves. Pero, en ronda de palomas, se llegaron a barajar varias hipótesis. (Pág. 15)
Otras veces, el autor introduce textos poéticos también misteriosos:
Lo sabían los gatos, que espían por las ventanas.
Lo sabían los perros, que salen de paseo con sus dueños.
Lo sabían los abuelos, que pasan el tiempo en los bancos.
Minore no solo tiene la intención de contar una historia divertida, además, quiere que los lectores nos acerquemos desde una perspectiva distinta a los murciélagos, animales a los que, por lo general, repudiamos. Con el título de “Algunas curiosidades”, Minore añade un par de páginas al cuento con distinta información sobre los murciélagos en la que nos da un dato que pocas personas saben: Solo un porcentaje muy pequeño se alimenta de sangre. Y también hace un recorrido sobre los mitos de los vampiros.
Los dibujos que acompañan el cuento son extraordinarios. Dibujos a lápiz en blanco y negro bellamente realizados por Mariano D’Angelo que hacen que las escenas se ajusten al suspenso y humor que mantiene la obra.
Definitivamente, Un vampiro a dieta, es un cuento muy bien escrito que cautiva de principio a fin. Estoy segura que será muy bien recibido por el público infantil.