¿Cómo nos afectan las restricciones?
“Todas las tendencias que estamos viendo en la pandemia van a invertirse. La gente va a buscar de manera incansable interacciones sociales”, afirma Christakis en un artículo publicado en The Guardian que causó impacto en varios medios internacionales. Christakis, considerado por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo y por la revista Foreign Policy como uno de los 100 mejores pensadores globales, subraya que “el libertinaje sexual, el derroche económico y una regresión de la fe religiosa” serán algunos de los cambios más significativos que se avecinan.
El autor del libro “Apollo’s Arrow: The Profound And Enduring Impact Of Coronavirus On The Way We Live” (“El arco de Apolo: el profundo y duradero impacto del coronavirus en nuestra forma de vida”) prevé que seremos testigos de estas modificaciones en el comportamiento desde este mismo 2021 y hasta el próximo 2024, cuando la mayor parte de la humanidad –al menos un 75 por ciento– esté vacunada.
“Creemos que sería una respuesta casi natural salir de este posconfinamiento con todo el ímpetu y apostar por la vida sin pensar en el mañana. Es una respuesta no racional, pero sí natural en el ser humano”, dice la psicoanalista y psicóloga clínica Cecilia Ordanza.
La experta explica que esta pandemia nos ha enfrentado a la fragilidad, a lo efímero y también a valorar lo esencial. Sin embargo, la respuesta al posconfinamiento ha sido “poco profunda y nada existencial”. “La mayoría ha apostado por el ahora o nunca, el vivir el presente…Es decir, por la inmediatez y la impulsividad, etc.”, agrega.
Para Christakis sería una vuelta a los “locos años veinte”. El catedrático de Yale comenta a la BBC Mundo que la gente buscará inexorablemente más interacción social: irá a clubes nocturnos, restaurantes, manifestaciones políticas, eventos deportivos y recitales. La religiosidad disminuirá, habrá una mayor tolerancia al riesgo y las personas gastarán el dinero que no habían podido gastar. “Si miras lo que ha pasado en los últimos 2.000 años, cuando las pandemias terminan, hay una fiesta. Es probable que veamos algo similar en el siglo XXI”, agrega.
¿ESTAMOS REPRIMIDOS?
La psicóloga clínica Lorene Congrains explica que, debido al confinamiento y a las restricciones, se dio una represión que incide directamente en nuestro cuerpo y el control sobre el mismo. La especialista hace énfasis en el concepto de “pulsión”, algo que no se puede reprimir del todo. Contextualiza que la cuarentena y las limitaciones han exacerbado el consumo de alcohol, de sustancias y la violencia intrafamiliar. “Por muchas restricciones y represión que exista, siempre habrá algo que escapa, la forma en que cada uno de nosotros goza”, subraya.
Ondarza expone que la pandemia lo que ha hecho es coartar no reprimir. “Nos ha inhibido más que reprimido”, dice. Explica que los sujetos no pueden actuar de manera libre ni espontánea, ya que conductas naturales (como abrazar, sonreír y saludar) y acciones (como reunirse y viajar) han sido limitadas debido al contagio.
Sin embargo, menciona que también existen otras personas que, por siempre haber tenido dificultades con estas habilidades sociales, hoy por hoy, con estas restricciones se sienten seguros y justificados. “Las respuestas de cada sujeto son propias y subjetivas a cada individuo”, recalca.
Apunta también que estas restricciones afectan los aspectos hedonistas y consumistas de una sociedad que tiene muy baja tolerancia a la frustración. “Esta pandemia lo que sí tuvo en común es que no discriminaba a nadie (…) Nos ha enfrentado a la fragilidad humana y han caído todos los paradigmas (valores/educación/ciencia). La incertidumbre y la impotencia del ser humano han quedado develadas”, resalta Ondarza.
Como consecuencia de todo ello y al pasado descenso de los contagios, explica que la gente, en general, ha empezado a salir ya sin ningún reparo y perdió el miedo (la respuesta ha sido igual en todo el mundo). “Es propio del ser humano que todo lo prohibido es lo deseado. Por eso, la gente en su mayoría tiende a la ‘desobediencia’ y no le importa el costo que esto pueda traerle”, acota.
Por otro lado, señala que, desde el punto de vista psíquico, existe siempre un debate entre la pulsión de la vida y la de la muerte. “Una tendencia casi instintiva a no acatar la norma y hacer prevalecer el placer, a cualquier costo”, subraya.
¿Marcarán estas restricciones una nueva pauta en las relaciones? Ondarza expone que éstas han generado hastío en las personas. “La inseguridad y la incertidumbre generan un quiebre en el antes y ahora. Por lo tanto, las relaciones entre seres humanos y las habilidades sociales han cambiado y deben cambiar”, responde.
Congrains coincide en que estas restricciones marcarán una nueva pauta en las relaciones. “Es muy posible que la biopolítica incida de manera directa en nuestra manera de relacionarnos”, destaca. Comenta, por ejemplo, que, a partir de los 80, con el VIH, ya no se hablaba de la prueba de amor en el sentido de “entregarse al otro”, se comenzó a hablar de mostrar un resultado de laboratorio como “prueba de amor”. Manifiesta que es probable que el control sobre el cuerpo no se dé solamente en el plano sexual, sino también en las relaciones, ofertas laborales, viajes y pertenencia a círculos sociales.
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¿CÓMO AFRONTARLO?
Congrains expone que la manera de lidiar con todos los efectos y consecuencias que está dejando la Covid-19 dependerá no sólo de nosotros, sino de las condiciones en las que vivamos, las políticas gubernamentales y la economía, entre otros factores. “Sin embargo, es importante tener en cuenta que cada quien hace lo que puede con lo que tiene”, añade.
Indica además que es fundamental que podamos hablar de lo que nos sucede. “Es alarmante que las restricciones debido a la Covid-19 incidan de manera directa en los lazos sociales, que son fundamentales”, adiciona. Comenta que las personas ya no pueden ir los domingos a la iglesia, pero sí ver el reporte diario de casos nuevos o hacerse una prueba para saber si enfermaron o no. “Pasamos de Dios a la ciencia. Es importante hacer circular la palabra, por más distancia que haya (…) Recuperar eso que nos une y que, de alguna manera, la ciencia opaca”, reflexiona.
Ondarza coincide en que la mejor manera de superar esta etapa de confinamiento es haciendo circular la palabra, creando espacios de diálogo, conversando y escuchando sobre lo que acontece. Remarca que las redes sociales y grupos virtuales pueden ser una salida.
Sugiere continuar manteniendo el contacto y nexo con los semejantes. Pertenecer a un círculo de amigos, laboral, social etc.
“Apuesto también a la creatividad y la capacidad del ser humano para adaptarse a cualquier situación. Creo que existirán nuevas formas de relacionarnos. Valoro también a aquellas personas que logran contactarse con otras sólo por solidaridad, porque saben que están solas, aisladas y generan un espacio de diálogo”, concluye.