La próxima gran depresión de la década de 2020
NUEVA YORK - Después de la crisis financiera de 2007-09, los errores políticos exacerbaron el desequilibrio y los riesgos prevalecientes en la economía mundial. En lugar de abordar los problemas estructurales revelados por el colapso financiero y la recesión resultante, la mayoría de los gobiernos patearon la lata cuesta abajo, creando importantes riesgos que hicieron inevitable otra crisis. Y esta ha llegado. Desafortunadamente, aunque la inminente gran recesión de este año dé una vuelta en “U” hacia una recuperación mediocre, una “gran depresión” en forma de “L” se producirá en esta década debido a 10 tendencias siniestras y riesgosas.
La primera se refiere a los déficits y sus riesgos resultantes: deudas y moras. La respuesta política a la crisis del Covid-19 implica un aumento masivo de los déficits fiscales, del orden del 10% del PIB, o más, en un momento en que los niveles de deuda pública en muchos países ya son altos, si no insostenibles.
Peor aún, la pérdida de ingresos para muchos hogares y empresas significa que los niveles de deuda del sector privado también se volverán insostenibles, lo que podría conducir a incumplimientos masivos y quiebras.
Un segundo factor es la bomba de tiempo demográfica en las economías avanzadas. La crisis del Covid-19 muestra que se debe asignar mucho más gasto público a los sistemas de salud, y que la atención médica universal es una necesidad, no un lujo. Pero, como la mayoría de los países desarrollados tienen sociedades envejecidas, la financiación de tales desembolsos en el futuro aumentará las deudas de los sistemas de salud y seguridad social.
Un tercer problema es el creciente riesgo de deflación. Además de causar una profunda recesión, la crisis también está creando una holgura masiva en bienes (máquinas y capacidad no utilizadas) y mercados laborales (desempleo masivo), así como un colapso de precios en productos básicos como el petróleo y los metales industriales. Eso hace probable la deflación de la deuda, aumentando el riesgo de insolvencia.
Un cuarto factor (relacionado) será la degradación de la moneda. A medida que los bancos centrales intenten combatir la deflación y evitar el riesgo de un aumento de las tasas de interés (debido a la acumulación masiva de deuda), las políticas monetarias serán aún menos convencionales y de mayor alcance.
Un quinto problema es la disrupción digital más amplia de la economía. Con millones de personas perdiendo sus empleos o trabajando y ganando menos, las brechas de ingresos y riqueza de la economía del siglo XXI se ampliarán aún más. Para protegerse de futuros choques en la cadena de suministro, las empresas de las economías avanzadas reorientarán la producción desde regiones de bajo costo a mercados nacionales de mayor costo. Pero en lugar de ayudar a los trabajadores en el hogar, esta tendencia acelerará el ritmo de la automatización, presionará a la baja los salarios y avivará aún más las llamas del populismo, el nacionalismo y la xenofobia.
Esto apunta al sexto factor principal: la desglobalización. La pandemia está acelerando las tendencias hacia la balcanización y la fragmentación que ya estaban en marcha. EEUU y China se desacoplarán más rápido y la mayoría de los países responderán adoptando políticas aún más proteccionistas para proteger a las empresas y trabajadores nacionales de las perturbaciones globales.
La reacción violenta contra la democracia reforzará esta tendencia. Los líderes populistas a menudo se benefician de la debilidad económica, el desempleo masivo y la creciente desigualdad. En condiciones de mayor inseguridad económica, habrá un fuerte impulso para convertir a los extranjeros en chivos expiatorios de la crisis. Los trabajadores manuales y las cohortes amplias de la clase media serán más susceptibles a la retórica populista, en particular las propuestas para restringir la migración y el comercio.
Esto apunta a un octavo factor: el enfrentamiento geoestratégico entre EEUU y China. Con la administración Trump haciendo todo lo posible para culpar a China por la pandemia, el régimen del presidente chino Xi Jinping insistirá en su afirmación de que EEUU está conspirando para evitar el ascenso pacífico de China.
Peor aún, esta ruptura diplomática sentará las bases para una nueva guerra fría entre EEUU y sus rivales, no solo China, sino también Rusia, Irán y Corea del Norte. Con la proximidad de las elecciones presidenciales, hay muchas razones para esperar un aumento de la guerra cibernética clandestina, lo que podría conducir incluso a enfrentamientos militares convencionales. Y debido a que la tecnología es el arma clave en la lucha por el control de las industrias del futuro y en la lucha contra las pandemias, el sector tecnológico privado de EEUU se integrará cada vez más en el complejo industrial de seguridad nacional.
Un riesgo final que no puede ignorarse es la perturbación ambiental, que, como lo ha demostrado la crisis de Covid-19, puede causar muchos más estragos económicos que una crisis financiera. Las epidemias recurrentes (VIH desde los 80, SARS en 2003, H1N1 en 2009, MERS en 2011, Ébola en 2014-16) son, como el cambio climático, esencialmente desastres provocados por el hombre, nacidos de normas sanitarias deficientes, el abuso de los sistemas naturales y la creciente interconectividad del mundo globalizado. Las pandemias y los muchos síntomas mórbidos del cambio climático serán más frecuentes, severos y costosos en los años venideros.
Estos 10 riesgos, que ya se vislumbraban antes de la pandemia, ahora amenazan con alimentar una tormenta perfecta que arrastrará a toda la economía global a una década de desesperación. Para la década de 2030, la tecnología y el liderazgo político más competente podrían reducir, resolver o minimizar muchos de estos problemas, dando lugar a un orden internacional más inclusivo, cooperativo y estable. Pero cualquier final feliz supone que encontremos una manera de sobrevivir a la gran depresión que se avecina.
El autor es profesor de economía en la Universidad de Nueva York. © Project Syndicate-Los Tiempos 1995–2020
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