Homenaje a la mujer
De irreverente y subversivo, nos apartamos un poco para evitar el aquelarre belicoso que es la politiquería nacional, por cualquier lado que se la mire. Y nos ocupamos de un asunto diferente, un motivo que de por sí promueve veneración y respeto. Un tema colmado de reminiscencias y nostalgias; un tema que rebasa las dimensiones materiales de la vida, y se profundiza en la suprema significación espiritual, sin disputas ni diferencias.
No sabemos cómo se habrá celebrado el Día Internacional de la Mujer. En Bolivia fue discreto, sin estridencias espectaculares. Eso no quita sin embargo el afecto silencioso que se profesa a ese ser que se parece tanto a una figura sublimada del cielo.
No importa en qué rincón esté visualizada su existencia. Mujer de pollera, mujer de vestido; mujer del campo, mujer de la ciudad; en el taller, en la oficina, en el mercado, en la calle; en todas partes. Arrimando un poco el corazón, las imaginamos a nuestro lado para abrazarlas con fervor. Puede ser acaso nuestra madre, nuestra hija, nuestra hermana o la dulce compañera de toda la vida…
Se recuerda este año en medio de preocupaciones. El feminicidio es un problema desafiante. Los políticos no deben mezclarlo con sus cosas; les queda muy grande. Es una demanda planteada a los investigadores y especialistas en varias ramas del saber científico.
La sociedad en la que vivimos está produciendo ese sujeto irracional que maltrata a la mujer, no busquemos en otra parte las raíces. Los que mencionan la escuela con ese motivo son los menos competentes. Sólo el tratamiento punitivo no corregirá el mal, es como querer arrancar por las hojas la mala yerba del jardín.
Estuvimos a punto de ubicar a Bolivia en la cima de la notoriedad excepcional. Cuando le preguntaron a la señora Áñez si va a ser candidata presidencial, ella respondió, sin dejar de ser ella misma, por última vez: “No, sería deshonesto”. Ese momento ha debido ponerse de pie todo el país para saludar el milagro; era una flor de lis en medio de un matorral de ortigas. Pero los políticos no perdonan a nadie que sea diferente a ellos. Ahora la ven de candidata, zarandeada, aplaudida, discurseando. Influida por el vulgar achaque de los políticos se lanza al ruedo electoral desde la presidencia, igual que el fugitivo de Chimoré. El prorroguismo en Bolivia es quencha. ¿No sabía?
Extendiendo la mirada hacia fuera, nos tocamos con personalidades femeninas de gran valor, que no necesitaron ni de equidad de género ni cuotas de poder de nadie. Gabriela Mistral “llegó a ser lo que fue teniendo todo en su contra: el ser mujer, el no ser rica y el ser maestra”; en 1945 recibió el premio Nobel de Literatura. Hay muchos hombres y pocas mujeres, pero una dama recibió ese lauro dos veces: la científica polaca Marie Curie; en 1903 el de Física, y en 1911 el de Química. En el campo político, descollaron por sí solas Michelle Bachelet y Dilma Rousseff, por ejemplo.
Las “cuotas” son recursos del populismo demagógico. En general, ellas no necesitan de esas concesiones humillantes. Dadas las condiciones necesarias, disputan de igual a igual con los hombres el cetro del poder político. La historia lo certifica.
El autor es escritor
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS