Estaño y droga
La demanda de estaño ha crecido en el mundo, lo que da esperanzas a los que lo producen, y al mismo tiempo se informa que el consumo de cocaína está en su nivel más alto de la historia, lo que alegra a las mafias que están a cargo.
Un informe del sitio Siglo 21 dice que la demanda de estaño está creciendo nuevamente después de más de 30 años de depresión, aunque la producción tiene ahora la competencia de las empresas que se dedican al reciclado del estaño, que atienden 35% de la demanda.
Lo que quiere decir que, pronto, el nuevo Patiño del mundo no tendrá minas, sino plantas de reciclado de estaño para extraerlo de piezas de la industria, pero sobre todo de pequeños artefactos de computación.
De todos modos, las exportaciones de estaño sumaron en noviembre pasado 40 millones de dólares, el mayor monto mensual en varios años, lo que ubica al “metal del diablo” en el cuarto lugar de las exportaciones mineras del país a pesar del desastroso manejo de Huanuni, la mina estatal que en 2006 operaba con 700 empleados pero que, de pronto, llegó el cocalero Morales y le obligó a contratar a 4.500 cooperativistas más.
Las empresas, los medianos y pequeños productores, las cooperativas verdaderas y las que agrupan solamente a los ladrones de mineral recibieron esta información con fiestas, después de años de depresión, en que el zinc y la plata salvaron la situación, aunque no pudieron evitar el éxodo de los mineros que optaron por marchar hacia nuevas regiones y nuevas actividades.
Una de las nuevas actividades que se ofrecen a los migrantes internos es la droga, comenzando por el cultivo de coca, los recién llegados tienen que aprender nuevas formas de sindicalismo, comparadas con las cuales, el sindicalismo minero era una cosa de niños de pecho.
Aprenderán en este nuevo oficio que quienes participan en la producción de la materia prima no están prohibidos de participar en el proceso de agregarle valor, lo que significa un incremento inverosímil –para un minero– de ingresos personales.
Pero deberán aprender que formar parte de estas actividades supone haber violado los principios morales y haber ingresado en territorios prohibidos, en mafias y en cárteles con alcances internacionales.
Pasar del estaño a la cocaína fue una ruptura desgarradora para los mineros de los años 80 y 90, que llegaron a Chapare para enseñar cómo se hace un sindicato y aprender cómo se organiza una mafia.
Lección número uno: debes ser un analfabeto moral. Luego vendrán las nuevas lecciones, cada vez menos decentes porque habrás pasado el Rubicón.
El autor es periodista
Columnas de HUMBERTO VACAFLOR GANAM