Relaciones diplomáticas con Perú
En lugar de motivar nosotros a Chile para que nos escuche, Chile nos motiva a nosotros para que busquemos otras opciones de salida al mar. Claro que no está mal. Bolivia ha oscilado siempre entre dos aguas: Cuando estaba bien la relación con Chile, era el turno de estar mal con Perú. Entre Alan García y Evo Morales hubo un áspero intercambio de denuestos verbales (2009). Con Chile se alcanzó, en ese tiempo, el máximo nivel de confianza. Y cuando México, Colombia. Chile y Perú conformaron la Alianza del Pacífico, Morales les tildó de “lacayos del imperialismo”. Ahora que estamos mal con Chile, nos acercamos al Perú. Si no es ese mismo fenómeno de frivolidad emocional, aplaudimos la iniciativa de cultivar la buena amistad con nuestro vecino.
Queremos decir un par de cositas más. Es cierto que entre países no hay afectos ni amistades; todos obran en función de sus intereses. Pero tratándose de Bolivia y Perú, la situación es distinta. No nos une simplemente intereses, el lazo más fuerte y perenne tiene otras raíces. Cuando se dice “hermano país”, no es una postura de cortesía; realmente se menciona una hermandad fraterna. Somos hermanos de raza, de sangre, de cultura y de historia. El ex presidente Ollanta Humala dijo cierta vez que deberíamos ser un solo país, como éramos antes. Tiene razón. Cuando la fundación de la república los huayralevas nos despojaron de nuestra identidad histórica. Fue un desatino enorme eso de cambiar Alto Perú por Bolivia, de Bolívar.
Enfrentamos juntos la guerra contra Chile. La alianza no terminó bien. Pero quien necesitaba y necesita mantener la buena relación con Perú es Bolivia. Hubo plazos suficientes para pensar y planear una acción conjunta. Bolivia no hizo nada. Pero mientras haya asuntos pendientes que se desprenden de esa contienda, ésta seguirá latente.
Cuando se firmó el tratado de 1929 entre Chile y Perú, y que en los hechos significó otro “candado” en Arica, ¿dónde estaba Bolivia? Como siempre, igual que ahora, disputando a dentelladas el poder político. Parece que a los políticos nunca les ha interesado de verdad el mar. En la historia patria hay innumerables testimonios que prueban esa aseveración. Uno de ellos es justamente en torno al mar: en los años 60 volvieron a reunirse Chile y Perú para definir algunos detalles concernientes a la aplicación del tratado mencionado. Un detalle para nosotros sumamente importante es el que expresa que Chile no puede ceder a una tercera potencia el territorio que antes fue peruana. Bolivia felicitó por ese segundo “candado”.
Ahora con Ilo nos tocamos otra vez, después de tenerlo abandonado. Durante la presidencia de Jaime Paz Zamora se firmó un primer acuerdo, “Boliviamar” es de ese tiempo (1992). De entonces a la fecha hay más avances del lado peruano que de Bolivia. ¿En serio necesitamos mar? Si de verdad nos hiciera falta, lo buscaríamos con ansiedad; no lo dejaríamos hasta el próximo discurso demagógico. Haciendo a un lado los ruidosos ajetreos, como parte de la agenda electoral, es preciso que se tracen líneas de acción a mediano y largo plazo. Bolivia debe dar muestras de seriedad y de real interés en los planes proyectados.
El autor es escritor.
Columnas de DEMETRIO REYNOLDS