Aburrimiento
Algún bienintencionado lector opinó, hace poco, sobre uno de mis artículos. Dijo que estamos “obsesionados” con un tema refiriéndose al paro de Santa Cruz.
El paro es, por supuesto, un tema coyuntural. Reviso a mis colegas de sección periodística y la tendencia es similar. Nos preocupa. Podríamos hablar de otras cosas, pero la mayoría nos decantamos por esta medida de presión emanada de un departamento que exige, con toda justicia, la realización de un censo que debió hacerse este año.
Podríamos hablar de que este Mundial de Fútbol es el mundial de la vergüenza debido a la explotación laboral o la subyugación de la mujer en Oriente Próximo.
O que se está quemando el patrimonio cultural de la humanidad, conocido como El Fuerte, en la localidad de Samaipata, Santa Cruz.
También podría cacarear sobre que si la Miss Bolivia disimuló su metida de pata mediática transformándola en una especie de pseudo experimento social.
En una de esas escribiría sobre el envenenamiento del Madidi con mercurio o que al Gobierno Central le vale tres hectáreas de maní hacer cumplir la ley. Otro temita es que el Banco Central de Bolivia ha elevado las comisiones de retiro de dólares pasando del 0,10 por ciento al 0,20 por ciento, en un afán de evitar la estrepitosa caída de las Reservas Internacionales Netas.
Pero esos temas aburren, no generan polémica o indignación o tal vez sí, pero el ciudadano común, con dos dedos de frente, que lee y comprende, parece que no puede hacer nada frente a avasallamientos, loteadores y pérfidos mineros que andan idiotizados por el poder del dinero. Sin embargo, hay mucho por hacer: 1) Dejar de creer que un anillo de oro alrededor de un dedo es sinónimo y garantía de fidelidad eterna. Así ya no se explotaría la cuenca del Madidi, buscando el oro. 2) Queda claro que en el universo, gracias a estudios científicos, hay muchos lugares llenos de oro y diamantes pero no de árboles; entonces, el oro no es valioso. Un árbol, sí.
Por lo mismo, es pertinente abandonar la idea de que un terrenito es una gran herencia. Es mejor considerar que un espacio lleno de árboles sí será garantía de una mejor calidad de vida. Y hablando de herencia: lo mejor que se puede dejar a los descendientes es la educación basada en el respeto al medio ambiente, renunciando a la creencia de que somos los amos y señores del planeta.
Por tanto, si alguien quiere tachar a mi artículo de aburrido por tocar temas de coyuntura, le recomiendo revisar el índice de calidad de vida de Bolivia. No respiramos dólares, respiramos diésel. No tenemos hospitales en lugares exactos, ni distribución equitativa de recursos porque nos faltan datos. Nos falta un censo coherente, hecho cuando se debe y no cuando le canten las pelotas a la autoridad de turno.
Y seguiré reiterando los temas ambientales. Éste es el único planeta que tenemos y es urgente detener la loca carrera hacia nuestra autodestrucción.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER